La lectura entonces no es sólo un acceso a lo que el autor piensa, sino sobre todo un acceso al tema o asunto sobre el que piensa, desde una perspectiva determinada. De allí que sea tan propia de la filosofía crítica la noción de “reconstrucción”, basada en la imagen del texto y las discusiones filosóficas como tramas incompletas y en alguna medida desordenadas. A la inversa, la lectura ingenua tiende al consumo y reproducción de fórmulas vacías o, mejor dicho, de fórmulas cuyo significado y lógica son superficiales. Toda labor auxiliar al acto primario de lectura (subrayados, esquematizaciones, resúmenes, comentarios, discusiones, etc.) acompaña un proceso que esencialmente es dinámico, como bien ilustran las palabras (más bien extremistas) de Sócrates: “El que piensa transmitir un arte, consignándolo en un libro, y el que cree a su vez tomarlo de éste, como si estos caracteres pudiesen darle alguna instrucción clara y sólida, me parece un gran necio; y seguramente ignora el oráculo de Ammon, si piensa que un escrito pueda ser más que un medio de despertar reminiscencias en aquel que conoce ya el objeto de que en él se trata.”
Leer es recordar
La lectura entonces no es sólo un acceso a lo que el autor piensa, sino sobre todo un acceso al tema o asunto sobre el que piensa, desde una perspectiva determinada. De allí que sea tan propia de la filosofía crítica la noción de “reconstrucción”, basada en la imagen del texto y las discusiones filosóficas como tramas incompletas y en alguna medida desordenadas. A la inversa, la lectura ingenua tiende al consumo y reproducción de fórmulas vacías o, mejor dicho, de fórmulas cuyo significado y lógica son superficiales. Toda labor auxiliar al acto primario de lectura (subrayados, esquematizaciones, resúmenes, comentarios, discusiones, etc.) acompaña un proceso que esencialmente es dinámico, como bien ilustran las palabras (más bien extremistas) de Sócrates: “El que piensa transmitir un arte, consignándolo en un libro, y el que cree a su vez tomarlo de éste, como si estos caracteres pudiesen darle alguna instrucción clara y sólida, me parece un gran necio; y seguramente ignora el oráculo de Ammon, si piensa que un escrito pueda ser más que un medio de despertar reminiscencias en aquel que conoce ya el objeto de que en él se trata.”
Humanidades. Un juego de buscar y encontrar.
Los animales tienen que ocupar la mayor parte de sus esfuerzos en la supervivencia: cazar, huir, buscar, migrar, luchar para aparearse, etc. La supervivencia solo está asegurada momentáneamente, por periodos breves: cuando se ha burlado al depredador, cuando se ha matado al búfalo, cuando se ha llegado a pastizales seguros. En esos momentos, el animal puede descansar (otra forma de contribuir a la supervivencia: ahorrar energía, reponer fuerzas). Su esencia consiste solamente en un modo particular de sobrevivir, una dotación física y una dieta adaptándose a un sistema ecológico.
Por el contrario, los seres humanos no se caracterizan por lo
que hacen para sobrevivir, sino por lo que hacen en las pausas. Primero dedicaron
los atardeceres a inventar ruedas y arados, artefactos útiles, hasta que se
aburrieron y terminaron decorando los mangos de las hachas y pintando cosas en
la pared de la cueva. Algún aguafiestas dirá que esas decoraciones y esas pinturas
también eran herramientas de una tecnología mágica, pero esta explicación es
probablemente la excusa que daba el pintor troglodita a sus compañeros menos
imaginativos.
De la necesidad provienen, tal vez, el torno alfarero y la máquina
de vapor, pero es el ocio el que nos ha dado todo lo demás. Es fácil intentar
buscar la esencia humana en el animal que crea herramientas, pero lo difícil e
interesante es tratar de entender al ser humano que sueña, al homo ludens, el
ser que juega explorando su lugar en el mundo. Eso es lo que hacen las «humanidades».
Significados borrosos
Es notable que muchas expresiones que empleamos en el discurso cotidiano, aunque tienen sentido, no tienen un significado del todo claro. Y esta falta de claridad no supone un tropiezo en la comunicación, pues no se hace evidente a menos que alguien quiera indagar más allá del uso “superficial”. Decimos, por ejemplo, que alguien nos “cae bien” y nuestro interlocutor, normalmente, procesa esta información sin hacer objeciones, al menos sin hacer objeciones relativas al significado. Puede surgir una discusión respecto a la calidad de la persona, en la que el significado siga dándose por sentado: “no sé cómo puede caerte bien; a mí me cae muy mal”. Se trata de una metáfora, pero no de una metáfora literaria, con la que se buscaría inducir un haz de asociaciones posibles en la mente del receptor, sino de una metáfora que, forjada originalmente con la intención de dar cuenta de una “percepción borrosa”, ha quedado reducida a un uso mecánico antes de haber alcanzado la precisión de un concepto, es lo que se conoce como “metáfora muerta”.
La narración
Y las cosas que se presentan en sucesión ya no se dejan reducir a un esquema. Una sucesión no es un conjunto de objetos, ni una estructura, ni un mundo. Una narración auténtica no se resume en una moraleja, pues en ese caso sería un ejemplo, una ilustración. El orden de la narración tiene su propia naturaleza, como el orden de la música tiene una naturaleza distinta a la de las artes plásticas. Si la poesía y la filosofía tienen que ver con la intención de conocer, la pregunta es a qué intención corresponde el instinto de narrar.
El instinto gregario y la discordia
Una de las paradojas del ser humano reside
en la oposición entre su naturaleza social, que lo acerca a sus semejantes y lo
induce a vivir en grupo, y la permanente inestabilidad en sus diferentes formas
de asociación. Desde las familias hasta las organizaciones nacionales o
internacionales, la discordia, con mayor o menor frecuencia, con mayor o menor
gravedad, parece un defecto esencial de la especie. Dada la constancia de esta
conflictividad a través de la historia, hay quienes han intentado explicarla
señalando una supuesta agresividad esencial que nos impulsa trágicamente a
malograr nuestros proyectos colectivos: el hombre es malo, desconfiado,
egoísta, persigue la acumulación de poder instrumentalizando a sus semejantes,
etc., y recaerá siempre en este lado oscuro de su ser sin importar los ideales
que se plantee como compensación.
Esta explicación, además de pesimista,
pasa por alto la otra cara de la moneda, es decir, no solo la mencionada
naturaleza gregaria que nos acerca unos a otros, sino también el altruismo, la
generosidad, la compasión y la voluntad y capacidad de comprendernos
mutuamente; toda una serie de rasgos que igualmente se han manifestado una y
otra vez a través de la historia. De hecho, durante siglos la humanidad ha ido
reconociendo valores y principios que apuntan en el sentido de la convivencia,
la cooperación, la paz y la solidaridad, y es notable el hecho de que, al menos
desde el punto de vista de las ideas, este progreso hacia el consenso ha sido
constante, y que las doctrinas que esporádicamente han surgido en oposición a
esa tendencia (p. e., formas sistemáticas de racismo o nacionalismo) han
resultado tarde o temprano excluidas o controladas.
Por lo tanto, la impresión que nos deja la
historia no es la de un campo de batalla en el que sólo se despliega la “maldad
esencial”, sino la de un aprendizaje arduo e incompleto que sigue persiguiendo,
entre otras cosas, una convivencia armónica.
Comunicación, mensajes y diálogo
Hay una «teoría
de la comunicación» que, inspirada en una analogía
telefónica, se elabora en torno al acto de «transmitir
un mensaje». Esa teoría ha sido
posteriormente discutida o superada por otras, pero sigue siendo una referencia
en muchos ámbitos, algo que justifica mencionar algunos de sus problemas.
Según dicha concepción, un emisor formula lo que quiere
decir en términos de un código, que presupone que un receptor ya conoce, y lo
presenta a través de un canal más o menos apto para ese propósito. La calidad
del proceso puede verse afectada por lo que genéricamente se llama «ruido»,
factor que -siempre
siguiendo la metáfora original- se entiende como una suerte de interferencia o
distorsión.
El mensaje, idealmente, pretende decir algo acerca de su
asunto, de su tema, es decir, se refiere esencialmente a la «cosa»
y no al contexto de a comunicación. Se da por sentado que el emisor está en
posesión del mensaje, lo domina de manera clara y completa y no pretende más
que transferirlo sin equívocos, inexactitudes o lagunas. La comunicación habrá
sido exitosa si el receptor se hace con ese contenido de manera exacta, lo
incorpora a su acervo informativo y es capaz de reproducirlo en los mismos
términos (es, decir, el proceso no cae en la situación del «teléfono roto»).
Este punto de vista ignora varias circunstancias:
1.
Con frecuencia el emisor, a sabiendas o no,
entrega como mensaje algo
que está «sin terminar», ya sea porque lo sostiene conscientemente como una
opinión debatible o porque, en el fondo, toda proposición es debatible (sobre
todo en ciertos espacios de deliberación y comunicación, como la política, la
publicidad o el periodismo).
2.
A
menudo el emisor tiene intenciones que no están expresadas en el propio
mensaje: persuadir, manipular, lucirse ante el receptor, lucirse ante terceros,
etc.
3.
El
mensaje puede estar generado por motivos ajenos que el emisor desconoce; puede
ser funcional a una ideología o puede ser manifestación de procesos
inconscientes.
4.
El
receptor (o receptores) recibe o «lee»
muchas cosas del emisor, aparte del mensaje; algunas manifiestas (actitud,
presencia, lenguaje, vínculos conocidos con otras personas, etc.); otras, más o
menos presumibles o, directamente, imaginarias, desde los propósitos ocultos
hasta la procedencia ideológica y los impulsos inconscientes mencionados.
En
consecuencia, analizar la comunicación a partir de este esquema simple, induce
a error o, por lo menos, a una simplificación excesiva que debilita la posibilidad
de dar sentido al propio mensaje. Y esto ocurre porque todo lo que decimos,
aunque esté bien argumentado, nunca es la última palabra, sino un ensayo.
Ello no
quiere decir que debamos olvidarnos de la lógica, o de la estructura de los
elementos código-canal, prescindiendo de la disposición analítica en favor de
una actitud comprensiva y holística que disolviera todo en una interpretación
arbitraria. De lo que se trata es de poner el análisis en el marco dialéctico que
da sentido al propio acto de comunicación: presentamos un mensaje a un receptor
en un espacio que nos incluye a ambos. Y en ese espacio común compartimos,
además del código, las razones existenciales para comunicarnos, la necesidad de
decirnos cosas, de informarnos, de escucharnos y de corregirnos o refutarnos.
De allí
el error de entender la comunicación siempre de un modo unidireccional, como
dirigida a un auditorio pasivo del que sólo se esperan señales de asentimiento
(algo que ocurre cuando se transmiten instrucciones, por ejemplo). Si de verdad
compartimos algo con quienes nos escuchan, necesitamos eso que desde la propia
teoría que estamos comentando se entiende como feed-back (otra noción
mecánica) y que tradicionalmente conocemos como diálogo.
Aforismos
Dios es un comediante actuando ante un público demasiado asustado como para reírse. Voltaire
El periodismo consiste en decir “Lord Jones ha muerto” a gente que no sabía que Lord Jones estaba vivo. G. K. Chesterton
Los judíos son un pueblo admirable. Han dado al mundo dos líderes como Jesucristo y Karl Marx, pero han tenido la precaución de no seguir a ninguno de los dos. Peter Ustinov
Quizás haya enemigos de mis opiniones, pero yo mismo, si espero un rato, puedo ser también enemigo de mis opiniones. Jorge Luis Borges
Nunca moriría por mis ideas, porque podría estar equivocado. Bertrand Russell
Lo primero es enseñar a distinguir el bien del mal. Todos somos moralistas; raramente físicos o botánicos. Samuel Johnson
Si piensas en términos de un año, siembra arroz. Si piensas en términos de diez años, planta árboles. Si piensas en términos de cien años, educa a las personas. Proverbio chino.
Las metáforas son un poderoso
recurso para desautomatizar nuestro trato con la realidad. Una metáfora viva me
permite ver con ojos nuevos lo que de alguna manera no veía porque se había
vuelto demasiado familiar. Eduardo Piacenza
Siempre que piensas, crees o
sabes, eres mucha otra gente; pero cuando sientes, no eres otro que tú
mismo. E.E. Cummings
A la gente no le interesa la
escritura ni la pintura, sino la vida. La gente ha buscado siempre en el arte
una corroboración ingeniosa de la vida. Francisco Umbral
Los católicos creen en un mundo
ultraterreno, pero he notado que no se interesan en él. Conmigo ocurre lo
contrario; me interesa y no creo. Jorge Luis Borges
La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizante tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas. Sigmund Freud
Cuando aconsejas a alguien, debe
parecer que le recuerdas algo que ha olvidado, no que le señalas algo que es
incapaz de ver. Baltasar Gracián
El problema con muchos de
nosotros es que en nuestra juventud creemos saberlo todo, es decir, no somos
conscientes de la extensión y estructura de nuestra ignorancia. Thomas Pynchon
Un fanático es alguien que no
puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema. W. Churchill
El aprendiz comienza hallando los
defectos, pero el maestro en todo encuentra algún mérito. G. F. W. Hegel
Las palabras bondadosas son
breves y fáciles, pero su eco es infinito. Teresa de Calcuta
No leas para refutar y
contradecir, ni para creer y dar por sentado, ni para hablar y hacer discursos,
lee para ponderar y reflexionar. Francis Bacon
Hasta un cierto punto, el confiar
en un atento examen del uso efectivo de las palabras es el mejor camino, y en
realidad el único seguro, en filosofía. P. F. Strawson
La política moderna es la guerra
civil por otros medios. Alasdair MacIntyre
Hoy día para no parecer ridículo
es preciso serlo. Ramón de Mesonero Romanos
Tenemos dos oídos y una boca,
para que la proporción entre oír y hablar sea esa misma. Epicteto
El único signo de superioridad
que conozco es la bondad. Ludwig van Beethoven
Una sociedad es grande cuando sus
ancianos plantan árboles a sabiendas de que no podrán disfrutar su sombra.
Proverbio griego.
Hechos de fragilidad y error,
perdonémonos nuestras tonterías. Esa debe ser la primera ley de nuestra
naturaleza. Voltaire
Cualquiera que tenga el poder de
hacerte creer idioteces, tiene el poder de hacerte cometer injusticias.
Voltaire
A la mayoría de las personas prefiero darles la razón rápidamente antes que escucharlas. Montesquieu
La verdad raramente es
pura, y nunca es simple. Oscar Wilde
Todo se torna un poco
diferente cuando lo proclamamos en voz alta. H. Hesse
Una gran verdad es aquella cuyo
opuesto también es una gran verdad. Thomas Mann.
Un hombre honesto es más valioso
para la sociedad y ante los ojos de Dios que todos los rufianes coronados que
han sido y serán. Thomas Paine
La verdadera medida de un hombre está en el modo en que trata a quienes no pueden reportarle ningún beneficio. Samuel Johnson
Cada uno de nosotros tiene el
cielo y el infierno en su interior. Oscar Wilde
El nacionalismo es una enfermedad
infantil. Es el sarampión de la humanidad. Albert Einstein
A tu alma no le importa cómo te
ganas la vida. Neale Donald Walsch
Ten en cuenta lo que vayas a
decir, no lo que pienses. Publio Siro
El talento se forma en la
quietud. El carácter se forma en el torrente del mundo. Goethe
La elocuencia, en su punto de
mayor intensidad, deja poco espacio para la razón o la reflexión. Apuntar
directamente a los deseos y las emociones cautiva la voluntad de los oyentes y
somete su entendimiento. David Hume
Ante todo, no hay que doblegarse:
hay que mantener la entereza y hacerlo todo con dedicación. Es posible vivir
bien en este mundo con más o menos medios, cuidando las relaciones tanto de
parentesco como de amistad. Y es invalorable agradecer la ayuda recibida. Ezra
Heymann
El mayor mérito del espíritu
crítico es que tiende a curar el fanatismo, y es completamente natural que en
estos tiempos de fanatismo el espíritu crítico tienda a desaparecer. Gabriel
Marcel
Muchas cosas que se hacen pasar
por idealismo no son sino odio y sed de poder disfrazados. Bertrand Russell
Cuando los niños admiren a los
grandes científicos como admiran a músicos o actores, la humanidad dará el
salto a otro nivel. Brian Green
El nivel último de la
descomposición moral es cuando todo es ofensivo pero nadie se ofende. R. Brault
La ignorancia afirma o niega
rotundamente, la ciencia duda. Voltaire
Me gustaría ser valiente. Mi
dentista asegura que no lo soy. Jorge Luis Borges
Un banquero es un señor que nos
presta un paraguas cuando hace sol y nos lo exige cuando empieza a llover. Mark
Twain
La democracia tiene que renacer
una y otra vez en cada generación; la educación es su comadrona. John Dewey
Para no ser desgraciado hay que
tratar las catástrofes como molestias, pero nunca las molestias como
catástrofes. André Maurois
Nadie cotillea sobre las virtudes
de los demás. Bertrand Russell.
Un demagogo es un político que
propaga doctrinas que sabe que son falsas a personas que sabe que son idiotas.
H.L.Mencken
Cuídate del hombre que te incita
a una acción en la que él no corre ningún riesgo. Séneca
No es el juramento lo que nos
hace creer al hombre, sino el hombre quien nos hace creer el juramento. Esquilo
Hay quienes mueren por un dogma,
pero nadie muere por la conclusión de un razonamiento. J.H.Newman.
Las cosas pueden empeorar
espontáneamente si no se hacen mejorar intencionalmente. Francis Bacon
Es siempre un error, en cualquier
lugar y para cualquiera, creer en algo sin suficiente evidencia. W.K. Clifford
¿Qué cosas hacías en la infancia
que convertían las horas en minutos? Ahí está la clave de todos nuestros
esfuerzos en este mundo. Carl Jung
La vida es una serie de cambios
espontáneos y naturales. No te resistas a ellos; eso solo genera dolor. Deja
que la realidad sea realidad. Lao Tse
Buscamos la felicidad, pero sin
saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una.
Voltaire
Todos tenemos la tendencia a
pensar que el mundo debe ajustarse a nuestros prejuicios. Bertrand Russell
El que presenta sus argumentos de
manera ruidosa e imperativa prueba con ello que su razón es débil. Michel de
Montaigne
No estar absolutamente seguro es
un elemento esencial de la racionalidad. Bertrand Russell
En una sociedad justa las
libertades de la ciudadanía igualitaria se dan por sentadas; no están sujetas
al regateo político ni al cálculo de los intereses privados. John Rawls
No eches abajo una barrera antes
de averiguar para qué fue puesta. G.K.Chesterton
La ciencia no sólo es compatible
con la espiritualidad; es un modo profundo de espiritualidad. Carl Sagan
¿Cómo esperar que la humanidad
oiga consejos si ni siquiera oye advertencias? J. Swift.
La locura en el individuo es algo
raro; en los grupos, en los partidos, en los pueblos, en las épocas, es la
regla. Friedrich Nietzsche
Toda verdad pasa por tres fases:
1- Se la ridiculiza. 2- Se la niega violentamente. 3- Se la acepta como
evidente. Arthur Schopenhauer
A menudo la verdad sufre más por
la pasión de sus defensores que por los argumentos de sus oponentes. William
Penn
Creo que Dios, cuando creó al
hombre, sobreestimó sus capacidades. Oscar Wilde
En principio y en la práctica, la
más rara de todas las cualidades humanas es la coherencia. J. Bentham
El aspecto más triste del mundo
actual es que la ciencia es más rápida acumulando conocimiento que la sociedad
acumulando sabiduría. Isaac Asimov
La compasión es la capacidad de
sentir lo que significa vivir en la piel de otro. Es saber que nunca realmente
habrá paz y alegría para mí hasta que la haya para ti también. Frederick
Buechner
Mi sentido de lo sagrado está
vinculado a la esperanza de que algún día mis remotos descendientes vivirán en
una civilización en la que básicamente el amor será la única ley. Richard Rorty
No debemos sujetar un barco con
una sola ancla, ni una vida con una sola esperanza. Epicteto.
La estupidez es lo mismo que la
maldad, si juzgas por los resultados. M. Atwood
La diferencia entre el periodismo
y la literatura es que el periodismo es ilegible y la literatura no se lee.
Oscar Wilde
Antes los libros los escribían
literatos y los leía el público; ahora, los escribe el público y no los lee
nadie. O. Wilde
La parte difícil de un debate no
es defender nuestra opinión, sino conocerla. André Maurois
Es un signo de madurez
redescubrir la seriedad con que jugábamos de niños. Friedrich Nietzsche
Deja la puerta abierta a lo
desconocido, la puerta hacia la oscuridad. Es de donde vienen las cosas más
importantes, es de dónde vienes tú, y es adonde irás. Rebecca Solnit
Todos tenemos selvas en nuestra
mente. Selvas inexploradas, interminables. Cada uno de nosotros se pierde solo
cada noche en esa selva. Ursula K. Le Guin
“Sé tú mismo” es el peor consejo
que se puede dar a cierta gente. Thomas Lansing Masson
Resistimos la vorágine del
conflicto histórico al apreciar la configuración articulada frente al todo
indiferenciado, al acoger la escasa felicidad cotidiana y recordar a aquel dios
que no está en el fuego ni en la tempestad, sino en la brisa suave que se
levanta. Ezra Heymann
Cuanto más pequeño el corazón,
más odio alberga. Victor Hugo
En lo fundamental, Dios no es más
que un padre enfadado. Sigmund Freud
No hay razón para que el Bien no
pueda triunfar sobre el Mal. Triunfar es cuestión de organización. Si existen
los ángeles, espero que estén organizados como la Mafia. Kurt Vonnegut
Me niego a entrar en una batalla
de inteligencia con un hombre desarmado. Oscar Wilde
El problema de hoy es que los
jóvenes están demasiado ocupados enseñándonos cosas como para aprender algo
ellos. E.Hoffner
El problema del mundo es que los
estúpidos están seguros y los inteligentes están llenos de dudas. B. Russell
La inteligencia de una masa se
calcula dividiendo la de su miembro más estúpido por el número total de
individuos. E. Jardiel Poncela
Si no hubiera vivido en el País
Vasco no me hubiera ocupado de algo tan estúpido como el nacionalismo. Fernando
Savater
Con las piedras que con tan mala
intención te lanzan tus críticos, bien podrías erigirte un monumento. Emmanuel Kant
La experiencia es una maestra
brutal. Pero aprendes rápido. William Nicholson
La Biblia dice que ames a tus
vecinos y también que ames a tus enemigos; tal vez porque se trata de la misma
gente. G.K.Chesterton
El mayor logro al que puede
aspirar la educación es la tolerancia. Hellen Keller
El hombre es generoso; renuncia a
su felicidad con tal de que le dejen creer que la felicidad existe en algún
otro sitio. Francisco Umbral
El gran enemigo de la verdad no
es la mentira -deliberada, fabricada y deshonesta-, sino el mito -persistente,
persuasivo y nada realista. J.F. Kennedy
Una mentira puede dar la vuelta
al mundo mientras la verdad apenas se está poniendo los zapatos. Charles
Spurgeon
La lealtad a opiniones
petrificadas nunca ha roto una cadena ni ha liberado un alma humana. Mark Twain
Las opiniones que se sostienen
con más pasión son las que están peor fundamentadas. Bertrand Russell
El autoconocimiento se logra
conociendo a otras personas. Goethe
Nada pesa más que la compasión.
Ni siquiera el propio dolor pesa tanto como el dolor que sentimos con alguien,
por alguien, un dolor intensificado por la imaginación y prolongado por cien
ecos. Milan Kundera
Reconocemos bien los efectos de
nuestras acciones. Son las consecuencias de nuestra inacción lo que confundimos
con el destino. R. Brault
El error es aceptable mientras
somos jóvenes. Pero no es bueno llevárnoslo a la vejez. Goethe
Mueve más una mentira firme que
una verdad pensativa. Francisco Umbral
El arte de la medicina consiste
en entretener al paciente mientras la naturaleza cura la enfermedad. Voltaire
Hay más sencillez en el hombre
que come caviar por impulso que en el que come nueces por principio.
G.K.Chesterton
Las muchedumbres no han tenido
nunca sed de verdad. Se desvían ante las evidencias que les disgustan,
prefiriendo divinizar el error si el error les seduce. El que sabe ilusionarlas
se hace fácilmente su dueño; el que intenta desilusionarlas, es siempre su
víctima. Gustave Le Bon
Las disputas se multiplican como
si todo fuera dudoso, pero se tratan como si todo fuera seguro. David Hume.
Si las personas supieran lo que
cada uno dice del otro, no habría cuatro amigos en el mundo. Blas Pascal
Los fanáticos son pintorescos. La
humanidad prefiere ver gestos a escuchar razones. Friedrich Nietzsche
Un idealista es alguien que cree que porque la rosa huele mejor que la calabaza hará también mejor sopa. Bertrand Russell
Nada es signo más seguro de error
que la aprobación de la multitud. David Hume
Qué rápido acuden a nosotros las
razones para aprobar lo que nos gusta. Jane Austen
Los prejuicios casi nunca se
superan debatiendo. Al no estar basados en la razón, no pueden ser destruidos
por la Lógica. Tryon Edwards
Michael Sugrue
Hace poco tropecé con los vídeos de las clases del historiador y profesor de Harvard Michael Sugrue (1957-2024) y quedé impresionado con la claridad de sus exposiciones sobre historia de las ideas. Quiero compartir aquí una sesión dedicada a Kierkegaard:
Opinar, pensar, actuar
Las opiniones de los miembros de ese colectivo llamado «opinión pública» suelen no estar muy elaboradas, aunque sus defensores adhieran a ellas con firmeza.
Una opinión, en su fase más primitiva, puede no pasar de ser una simple proposición (un enunciado que puede ser verdadero o falso) acerca de hechos o valores: se está a favor o en contra de algo (pena de muerte, aborto, toros, un proyecto de ley, etc.) o se cree que las cosas son o no son de cierto modo (el coronavirus no existe, el político X es deshonesto, hay que esperar dos horas para bañarse después de comer, etc.)
En relación con el sujeto que emite una opinión particular pueden destacarse entonces dos aspectos: la calidad de su argumentación y el grado de su adhesión a dicha opinión.
Por calidad de argumentación me refiero a la disposición o capacidad que tiene el sujeto para ofrecer razones aceptables (es decir, verdaderas, relevantes y suficientes) en favor de lo que opina.
La adhesión puede referirse a dos cosas:
1) a la disposición que tiene el sujeto para actuar de acuerdo con esa opinión, o
2) a su mayor o menor resistencia a cambiarla.
Es interesante notar que no hay una proporción directa entre calidad de argumentación y grado de convicción, no sólo porque evidentemente el mundo está lleno de palurdos dispuestos a matar por ideas que no entienden, sino también porque un alto grado de «argumentatividad» a veces debilita la adhesión, pues la exploración concienzuda del tema revela que las cosas son menos claras de lo que parecían y afecta la imagen o carisma del orador, a quien la mayoría percibirá como inseguro, sin apreciar el mérito de su disposición analítica.
El proceso puede verse como sigue. En una primera fase, ingenua, hay una ilusión de claridad y hay convicción. En una segunda fase, crítica, surgen la confusión, la duda y la necesidad de reexaminar el problema. Finalmente (si hay suerte), se alcanza una nueva claridad en la que lo que parecía simple se ha representado con un mayor grado complejidad. Esta tercera fase, si se piensa bien, es una suerte de segunda ingenuidad y podrá, eventualmente, ser puesta en duda, sometida a crítica y dar lugar a un nuevo proceso. Esta es a grandes rasgos la forma del proceso racional y del pensamiento filosófico en su vertiente no especulativa.
Por tanto, nuestro punto de partida para la acción siempre es relativamente ingenuo comparado con el que pueda alcanzarse después de una nueva reflexión. Como el proceso es lógicamente infinito, nadie espera a alcanzar una posición definitiva para empezar a actuar.
Es por ello que las «opiniones», que tanto proliferan en el mundo de las redes e Internet, deben tomarse con más o menos seriedad dependiendo de la cantidad, relevancia y certidumbre de las razones que se aportan para apoyarlas y, sobre todo, de que se usen o no como fundamentos para la acción. Cuando estas razones faltan, o son débiles, lo mejor que podemos hacer con esos puntos de vista, si el contexto lo justifica, es tomarlos como indicios probables y hacer la crítica necesaria para intentar averiguar ese grado de probabilidad (explorando las razones a favor y en contra). Estas palabras de Popper en relación con la ciencia resumen bien la idea general:
«La base empírica de la ciencia objetiva no tiene, por consiguiente, nada de «absoluto». La ciencia no descansa en una sólida roca. La estructura audaz de sus teorías se levanta, como si dijéramos, encima de un pantano. Es como un edificio construido sobre pilotes. Los pilotes son hincados desde arriba en el pantano, pero no en una base natural o «dada»; y si no hincamos los pilotes más profundamente no es porque hayamos alcanzado suelo firme. Simplemente paramos cuando nos satisface la firmeza de los pilotes, que es suficiente para soportar la estructura, al menos por el momento.»
Homo philosophicus
Quiero defender la idea de que los seres humanos, por detrás de nuestras otras formas de lidiar con la realidad, somos esencialmente filósof...
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Más allá de la necesidad metodológica comentada, el individuo sobre el que la ciencia económica contemporánea construye sus modelos exhibe...
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El programa filosófico del positivismo lógico es, sin duda, radical. Según él, las condiciones del discurso con sentido son muy claras...
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