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Mostrando entradas de agosto, 2010

La biblioteca de Babel

En "La biblioteca de Babel" Borges presenta una paradoja que podemos resumir así: el número de todas las descripciones (o historias) que pueden representarse mediante un sistema limitado de signos es finito. Esta paradoja contiene otra: en el inmenso conjunto de las descripciones (o historias) posibles hay un grupo, mucho más reducido, de historias que corresponden a entes o hechos reales. Este grupo -el de las historias que cuentan hechos reales- es, a fortiori , finito, lo que nos hace inferir una extraña conclusión: el número de las cosas reales (cosas o historias, todo aquello a lo que podemos referirnos mediante el lenguaje) es finito. El sistema de la biblioteca tiene las siguientes bases. Dice Borges: "cada libro es de cuatrocientas diez páginas; cada página, de cuarenta renglones; cada renglón, de unas ochenta letras de color negro" y  más adelante, "el número de símbolos ortográficos [que comprende letras, signos de puntuación y esp

Filósofos importantes

Buscando material audiovisual sobre filosofía encuentro unos programas de televisión presentados por un señor José Pablo Feinmann. Elijo un capítulo dedicado a Heidegger títulado "Por qué Heidegger es el filósofo más importante del siglo XX" y la primera frase que emite el presentador es: "Que Heidegger fue el filósofo más importante del siglo XX es absurdo negarlo; nadie lo va a negar". Con esta apertura ya tenemos razón para no seguir prestando atención, pues lo que parece absurdo es justificar algo que se juzga innegable o, casi igual, declarar innegable de entrada algo que se va justificar a continuación dedicándole un programa completo de TV. Lo más triste es que a pesar de todo Feinmann no se ocupa en ningún momento de responder la pregunta que titula su video. Si uno adopta la estrategia argumentativa benevolente de "pase y sírvase", en la cual nos toca a nosotros el trabajo de tomar del discurso del otro los argumentos que justifiquen sus afi

Educación

Leo el blog de un educador y encuentro cierta actitud más o menos conocida, una especie de sentimiento de culpa según el cual todos los males de la educación se deben a que el sistema (aún) no entiende a los niños y los trata con fórmulas negadoras de su esencia y su libertad, etc. Creo que el problema está en la omisión de una premisa fundamental. En toda sociedad se educa a los jóvenes partiendo de la base de que deben ser algo que aún no son. Es decir, hay un modelo de persona que orienta el proceso. Y lo que ocurre es que, por un lado, la nueva educación parece proponer una pedagogía sin modelo y, por otro, la sociedad actual no tiene de hecho un modelo universal explícito, sino muchos sub-modelos espontáneos más o menos antisociales, desde el pandillero traficante y el grafittero hasta el neocristiano sectario, pasando por el hippie o el yuppie. El educador progre se considera un quijote melancólico entre el desastre de unos educandos a quienes "le(s) es cada vez más dif