El término "progreso" se presta a confusión por dos causas, una relativa a su significado “natural” (progresar como “mejorar”, evolucionar en sentido positivo en cualquier proceso) y otra relativa a su significado histórico-filosófico (progreso como característica del proceso histórico, es decir, la historia moviéndose inexorablemente en sentido positivo, con independencia de nuestros propósitos particulares). El adjetivo “progresista”, por su parte, se beneficia de la valoración que se adscribe al sustantivo: si el progreso es algo positivo, el progresista estará en lo correcto, y cualquier crítico de sus posiciones estará equivocado, será obtuso, malintencionado, etc. Es bueno tener en cuenta que casi cualquier término del discurso político está distorsionado por toda una tradición de usos interesados, distorsión que se produce de dos modos: difuminando la forma conceptual y dando carga emotiva (positiva o negativa) a la mera palabra (que gana poder de estímulo en la medida
Con un sentimiento puede pasar lo mismo que con un dolor de muelas: 1) Lo estamos teniendo ahora, lo sufrimos de hecho o, 2) no lo tenemos, pero somos capaces de empatía porque lo hemos tenido o, 3) no lo hemos tenido nunca y no somos capaces de empatía (no “entendemos”). Cabe destacar que incluso en los casos de empatía, el conocimiento de los estados internos de otro es sólo una suposición que hacemos sobre la base de verbalizaciones: alguien nos dice que le duele la muela, pero nunca sabremos si ese dolor es como el que nosotros recordamos haber padecido. Para poder entender algo hace falta que sea accesible para todos, y si es una experiencia privada, lo único que podemos entender es el conjunto de sus manifestaciones exteriores. Entender es reconocer estructuras y captar relaciones; un dolor, o un sentimiento, son percepciones puras que no pueden analizarse. Este es un problema serio cuando se quieren entender ciertos estados anímicos que afectan profundamente a las personas, un