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Ética y estética

Tratamos de responder a la pregunta: ¿Se puede subordinar la estética a la ética?

Los puntos de vista de la ética o la estética están condicionados por valores. Esto significa que tienen en cuenta algo más que lo que las acciones o las cosas son por sí mismas. Por ejemplo, el acto de tocar a alguien es, desde el punto de vista objetivo, un simple movimiento físico, pero dependiendo de las circunstancias sociales y culturales, puede considerarse un gesto insultante, un saludo, una señal de afecto, etc. Algo análogo ocurre con los objetos que pueden ser considerados “bellos”: el objeto puede ser el mismo, pero los patrones de belleza son variables, de manera que ese objeto podrá ser valorado de diferente manera según las culturas, las épocas y los individuos.

¿Se puede subordinar la estética a la ética? Podríamos presentar la pregunta así: ¿puede una cosa ser valorada positivamente desde el punto de vista estético y negativamente desde el punto de vista ético (y a la inversa)? Creo que habría una relación lógica parecida a la que hay entre lo estético y lo funcional: algo puede ser bello y al mismo tiempo poco práctico; por lo tanto, algo podría ser bello y al mismo tiempo éticamente condenable. Habría que ver en qué tipo de situaciones ocurre esto.

La estética en general se ocupa de cierto tipo de impresiones que nos producen determinados objetos (la belleza es solo un término habitual para intentar describir una de esas impresiones). Esos objetos suelen ser artificiales, creados intencionalmente. La ética, por su parte, juzga acciones como buenas o malas, correctas o incorrectas, desde una cierta normativa. Ahora bien, ¿Cómo puede ser condenable una creación artística?

La respuesta está en el hecho de que las obras de arte son complejas y su contenido no se limita solo al factor estético (por ejemplo, su belleza), sino que puede incluir mensajes más o menos implícitos. Una pintura abstracta no puede juzgarse con criterios éticos, en principio, porque no conlleva ningún mensaje, pero una pintura figurativa, una novela o una película, pueden representar acciones o ideas que estén en conflicto con algún código moral.

La interferencia entre ética y estética puede darse en el nivel de las normas sociales o en el de las normas individuales del artista y del espectador. En el caso de las normas sociales, la libertad del artista debería estar amparada por la libertad de expresión, y por tanto serían los espectadores los que juzgaran la obra en última instancia. Los únicos casos en los que se podría limitar la libertad del artista son aquellos en los que la obra expresa de manera clara cosas legalmente prohibidas, como discriminación racial, promoción de la violencia o ataques difamatorios sobre personas determinadas.

Digamos que lo puramente estético, por definición, carece de valor ético, como carecen de él los colores o las formas. Pero en la medida en que el arte puede representar el mundo humano, representará también, en algún grado, su aspecto moral.





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