Significados borrosos

Es notable que muchas expresiones que empleamos en el discurso cotidiano, aunque tienen sentido, no tienen un significado del todo claro. Y esta falta de claridad no supone un tropiezo en la comunicación, pues no se hace evidente a menos que alguien quiera indagar más allá del uso “superficial”. Decimos, por ejemplo, que alguien nos “cae bien” y nuestro interlocutor, normalmente, procesa esta información sin hacer objeciones, al menos sin hacer objeciones relativas al significado. Puede surgir una discusión respecto a la calidad de la persona, en la que el significado siga dándose por sentado: “no sé cómo puede caerte bien; a mí me cae muy mal”. Se trata de una metáfora, pero no de una metáfora literaria, con la que se buscaría inducir un haz de asociaciones posibles en la mente del receptor, sino de una metáfora que, forjada originalmente con la intención de dar cuenta de una “percepción borrosa”, ha quedado reducida a un uso mecánico antes de haber alcanzado la precisión de un concepto, es lo que se conoce como “metáfora muerta”.



Significados borrosos

Es notable que muchas expresiones que empleamos en el discurso cotidiano, aunque tienen sentido, no tienen un significado del todo claro. Y ...