Lo incomunicable

Con un sentimiento puede pasar lo mismo que con un dolor de muelas: 1) Lo estamos teniendo ahora, lo sufrimos de hecho o, 2) no lo tenemos, pero somos capaces de empatía porque lo hemos tenido o, 3) no lo hemos tenido nunca y no somos capaces de empatía (no “entendemos”). Cabe destacar que incluso en los casos de empatía, el conocimiento de los estados internos de otro es sólo una suposición que hacemos sobre la base de verbalizaciones: alguien nos dice que le duele la muela, pero nunca sabremos si ese dolor es como el que nosotros recordamos haber padecido. Para poder entender algo hace falta que sea accesible para todos, y si es una experiencia privada, lo único que podemos entender es el conjunto de sus manifestaciones exteriores. Entender es reconocer estructuras y captar relaciones; un dolor, o un sentimiento, son percepciones puras que no pueden analizarse.

Este es un problema serio cuando se quieren entender ciertos estados anímicos que afectan profundamente a las personas, un problema que se relaciona con el esfuerzo por conocer las enfermedades mentales. Hablamos a veces de “estar deprimidos” como si fuera un sentimiento más o menos común que todos hemos sentido alguna vez, pero seguramente tiene poco que ver con lo que padecen quienes sufren sus formas más severas. Probablemente usamos un mismo nombre para cosas cualitativamente distintas.

Algo similar sucede con los sentimientos religiosos. Dos personas pueden decir que creen en Dios sobre la base de un determinado sentimiento, pero no tienen forma de comprobar de qué están hablando exactamente (algo distinto a creer en Dios por motivos racionales, caso bastante más raro). Sin embargo aquí, como el creyente no pretende un conocimiento universal, puede tal vez aceptar que su relación con Dios sea individual y quizá distinta de la que tienen otras personas.

Los estados subjetivos privados son muy importantes para nosotros (lo que sentimos por otras personas, por ejemplo) pero, por el hecho de ser privados, no siempre valen como argumento. El amor de una madre por su hijo puede justificar o hacer comprensibles algunas conductas, pero el supuesto amor a la patria de algún exaltado no puede tomarse demasiado en serio. Para convivir necesitamos comunicarnos, y para comunicarnos tenemos que ser cuidadosos con el valor que damos a lo incomunicable.




Filósofos importantes

 Buscando material audiovisual sobre filosofía encuentro unos programas de televisión presentados por un señor José Pablo Feinmann. Elijo un capítulo dedicado a Heidegger títulado "Por qué Heidegger es el filósofo más importante del siglo XX" y la primera frase que emite el presentador es: "Que Heidegger fue el filósofo más importante del siglo XX es absurdo negarlo; nadie lo va a negar". Con esta apertura ya tenemos razón para no seguir prestando atención, pues lo que parece absurdo es justificar algo que se juzga innegable o, casi igual, declarar innegable de entrada algo que se va justificar a continuación dedicándole un programa completo de TV. Lo más triste es que a pesar de todo Feinmann no se ocupa en ningún momento de responder la pregunta que titula su vídeo.

Si uno adopta la estrategia argumentativa benevolente de "pase y sírvase", en la cual nos toca a nosotros el trabajo de tomar del discurso del otro los argumentos que justifiquen sus afirmaciones, entonces parece que la importancia de Heidegger depende del hecho de que Ser y Tiempo rompe con las filosofías basadas en la teoría del conocimiento, las "filosofías en las que hay siempre un sujeto y un objeto". También parece considerarse importante que Heidegger haya recuperado la pregunta por el ser. Pero no hay más. Si uno ve el programa, queda claro que a Feinmann le gusta mucho Heidegger, pero no llega a entender por qué es el filósofo más importante del siglo XX. Lo de Feinmann es una chapuza, pero invita a pensar qué significa en realidad decir que un filósofo es "importante"o, "el más importante".

Algún sentido tiene el adjetivo "importante" aplicado a filósofos. Mientras que elegir "el más importante" resulta difícil y arriesgado, no nos sentiríamos muy incómodos si se nos pidiera nombrar a algunos de los más importantes. Seguro que habría listas variadas en cuanto al tipo de los filósofos incluidos: Heidegger, Russell, Wittgenstein, Sartre, Quine, Searle... Habría quien exigiría que figuraran marxistas, como Lukács, Gramsci o Althusser. Habría quien, de hecho, sólo incluiría marxistas, o sólo analíticos, o sólo existencialistas. Los argumentos para determinar quién es importante flotarían de manera más o menos implícita detrás de esas selecciones. A mí, como respuesta espontánea a la provocación, se me ocurrió que Wittgenstein era más importante que Heidegger. En un ranking hecho por alguien sobre los filósofos "más importantes" de la era moderna -entrecomillado del autor- (http://leiterreports.typepad.com/blog/2009/05/the-20-most-important-philosophers-of-the-modern-era.html) el primero del siglo XX es Wittgenstein, seguido por Frege y Russell. En otro foro(http://ar.answers.yahoo.com/question/index?qid=20070811162445AAeyYTF) la gente ofrece tríos: Heidegger, Levi-Strauss, Foucault; Russell, Sartre, Kuhn; Gramsci, Russell, Sartre; etc.

Esto es lo que James llamaba una "disputa meramente verbal": no se puede responder si no se fija el criterio de lo "importante". Se me ocurren tres.

El primero, quizá el menos aceptable, sería el de la popularidad, la fama en relación con el gran público. No estoy seguro, pero es muy probable que el autor más visto, oído y comprado (tal vez hasta leído) sea Russell. Escribió acerca de todo y en todos los formatos, desde el tratado hasta el artículo de periódico, aparte de aparecer en medios no escritos como la conferencia, la radio o la TV. Muy cerca, como "filósofo masivo", debe estar Sartre, altamente cotizado en su época, aunque menos legible para el público general.

Otro criterio es el de la influencia para la historia de la filosofía. Aquí hay que aclarar en qué consiste esa influencia. Digamos que el autor es seguido, en su método y/o en sus problemas, por un número mayor o menor de filósofos, dando lugar a lo que se llama metafóricamente una "escuela". Cuando los historiadores intentan esquematizar las dependencias mutuas suele haber protestas de parte de los esquematizados que aún viven y pueden protestar pero, grosso modo, se puede decir que Heidegger tiene un rol fundamental para el existencialismo y la fenomenología, tal como Russell y Wittgenstein lo tienen para la filosofía analítica. Ahora bien, habría que ver cuál de las dos escuelas es más "importante" para decidir, a su vez, la importancia de sus padres promotores. Nótese, sólo de paso -y es gracioso-, que Russell ya encaja en dos criterios.

En tercer lugar, estaría la influencia del autor en las ideas más allá de la filosofía. Este sería la razón que hace, en el siglo XIX, a Comte más importante que Hegel y, en el XX, a Lenin más importante que Heidegger (pero quizás no más importante que los lógicos que posibilitaron la informática).

Para terminar, vale la pena mencionar un cuarto criterio. Es simplemente, el criterio de la verdad o plausibilidad de la obra del autor en cuestión. Para un marxista el filósofo más importante de la historia de la filosofía es Marx, y un cristiano destacará como más importantes a San Agustín, Santo Tomás o Maritain. Desde luego, sin un cierto anclaje dogmático este punto de vista es imposible.




Homo philosophicus

Quiero defender la idea de que los seres humanos, por detrás de nuestras otras formas de lidiar con la realidad, somos esencialmente filósof...