Orden y cambio se necesitan. El puro cambio es imposible; el
orden fijo es dictadura. La democracia es el orden dinámico
La misión de los políticos en democracia es conjugar
racionalmente el orden con el cambio.
Hasta que no buscamos razones para ellas, nuestras creencias
habituales deben ser consideradas como muy probablemente erróneas.
Los populistas inventan un ente metafísico (el pueblo), le
atribuyen propiedades mágicas, y luego dan carnet de afiliado a los ingenuos.
Atribuir rasgos de un grupo a una persona que ni siquiera se
reconoce miembro de él es un modo grave de difamación.
El espíritu de una cultura política degradada se parece al
espíritu de las aficiones del fútbol: emoción y presión de grupo.
Las respuestas están en el diálogo, y el punto de partida, en
nuestra condición humana común. Eso implica ser abiertos y no pelear por
posiciones prescritas.
En política no se debate para traer al otro a nuestro bando,
sino para que las cosas marchen a pesar de nuestras diferencias.
No podemos prohibir algo que es legal sólo porque no nos
gusta. Debemos intentar convencer con nuestras razones.
En democracia, nuestra posición política nunca es
determinante; sólo es más o menos influyente.
Es malo que no te escuchen cuando tienes razón, pero puede
ser peor que te hagan caso cuando no la tienes.
La disposición de tu auditorio es clave. Una mala retórica
puede hacer que te ignoren, aunque tengas razón.
La verdad se impone siempre a través de los hechos, nunca a
través de las palabras.
El necio sólo reconoce la verdad en el choque violento con
la realidad, no sabe leer advertencias.
Si el necio asocia la verdad con lo que se impone
brutalmente, el único discurso que entiende es el vociferar del demagogo.
El estilo de la realidad es violento. El estilo violento de
los discursos demagógicos da impresión de verdad a los necios.
La "verdad" de los hechos es poderosa, pero muda.
Sólo la razón aclara qué pasó.
La razón convierte el conflicto concreto (físico,
psicológico, etc.) en problema. Esto es, lo convierte en conflicto lógico.
La capacidad de llevar los conflictos a una forma discursiva
es la base de la tolerancia.
Los políticos de la izquierda clásica podían moverse entre la
teoría y la propaganda. Hoy el primer término no existe.
Una de las formas en que se degrada la política es
consumiendo su propia propaganda.
Al individuo sumergido en una masa sólo se le propone
reaccionar emocionalmente con los demás. En ese contexto no existe como ser de
razón y es fácilmente instrumentalizado por los demagogos.
Si se quiere una democracia eficiente, debe evitarse a toda
costa la formación de auditorios masivos.
Cuando buscamos razones para nuestras ocurrencias es porque
queremos hacerlas universales, queremos hacerlas de todos.
No se deje impresionar por una sentencia breve dicha con
solemnidad. Puede tratarse de una tontería.
Para los perezosos mentales, el mejor argumento es el
silencio al final de una frase lapidaria.
Pensar que sabemos algo que nadie más sabe nos hace
sentirnos poderosos. De ahí que haya credos fanáticos organizados en torno a
creencias absurdas.
Dialogar con el que piensa como nosotros refuerza lazos de
unidad, pero la conciencia progresa cuando debatimos con el que piensa
diferente.
La ignorancia es natural a todos los seres humanos, pero la
estupidez es un empeño, una actitud.
Los problemas controversiales suelen ser un agregado de
varios problemas distintos que intentar saber separar.
El sentimiento es cierto para el que lo experimenta. De allí
que piense que todo lo ligado a ese sentimiento también lo es.
Prejuicios inculcados en la niñez acerca de grupos o
personas suelen condicionar el juicio incluso en sujetos inteligentes.
Tragedia: nos cuesta amar individualmente, pero podemos
odiar en abstracto a categorías enteras de seres humanos.
La argumentación es la búsqueda de articulación en una masa
de informaciones aisladas y, en parte, contradictorias.
Argumentar es articular lo que creemos cierto con lo que nos
parece posible.
La vida material exige moderación y regularidad. Lo
ilimitado sólo es posible al espíritu, a través del conocimiento.
La emoción es un hecho, no una verdad. Es por eso que la
emoción asociada a una idea no altera su valor.
¿Cuál es el valor dialéctico de la provocación? Pasar a una
confrontación en la que el provocador cree tener mejores posibilidades.
Cierta política apela a la provocación por hábito. De este
modo, sólo se comunica con un auditorio intelectualmente básico
La identidad nacional invita al individuo gris a participar
en un colectivo glorioso. De allí que el nacionalismo atraiga a tantas personalidades
perturbadas.
"Todo se torna un poco diferente cuando lo proclamamos en voz
alta." H. Hesse
El valor de la vida no es un axioma abstracto. Debe hacerse
sentimiento a través de la compasión.
La argumentación es la esencia de la democracia, es el único
modo de adaptación entre individuos y grupos diferentes.
Es regla de la buena dialéctica hacer la mejor
interpretación posible de los argumentos del otro. El diálogo es voluntad de comunicación.
"Una gran verdad es aquella cuyo opuesto también es una
verdad." Thomas Mann.
El sistema ideológico permite argumentaciones muy llamativas
que fascinan al partidario, que no las entiende.
Los sistemas ideológicos tienden a cerrarse al diálogo, pues
quien no los conoce no puede hacer objeciones.
El dominio de un sistema ideológico da una falsa sensación
de poder. Con frecuencia, impide captar lo que es evidente para el sentido
común.
La analogía más engañosa es ver lo cualitativo como
cuantitativo. En el mundo hay un mejor ciclista, pero no un mejor escritor.
Una vez sembrada la semilla del odio, el pensamiento no hará
más que racionalizarlo eludiendo toda prueba en contrario.
Puedes tener dudas sueltas o certidumbres sueltas. La evolución
lógica de esto último es una dogmática; la de lo primero, una filosofía.
La filosofía sigue la tradición humanística del mandato
"conócete a ti mismo". En ese sentido, las ciencias naturales son
solo distracciones.
La teoría aporta a la política dos elementos de “distracción
retórica”: 1) da coherencia al discurso político, lo que lo hace sonar plausible
y, 2) induce a descuidar la crítica de sus premisas.
Se puede imitar el alemán sin saber alemán. Igualmente, se
puede imitar el sonido de la filosofía para hacer confundir la nada con la
profundidad.
Uno de los mayores enemigos de la buena dialéctica es el
narcisismo. La autoescucha es necesaria, pero solo si es crítica.
"La verdad raramente es pura, y nunca es simple." Oscar Wilde