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Sobre el cine

Imágenes o música son a la obra cinematográfica lo que fenómenos físicos o biológicos pueden ser a un hecho histórico: elementos que se integran al orden principal aún siendo esencialmente distintos de éste. La sucesión de fotografías que compone la cinta no “explica” la película,  como la serie de eventos físicos no explica un asesinato (que requiere una reflexión en el nivel de los motivos, la psicología o la sociología, por ejemplo). Imagen y sonido son el medio en el que se realiza el cine, tal como las interacciones físicas son el medio en el que se actualiza cualquier realidad (biológica, psicológica, histórica, estética, etc.). Pero la formalidad del orden básico no contiene ni permite derivar la formalidad del orden complejo. Se trata, después de todo, del mismo problema que Aristóteles representa en la teoría de la materia y la forma: nada material se agrega al bloque de mármol para obtener la escultura, pero ésta ya no es sólo mármol. Del mismo modo, la película ya no es sólo una combinación de imágenes y sonido; éstas se han ordenado según un sentido propio del cine. Esta especificidad sería uno de los objetos de una filosofía del cine.

¿Qué hay que ver en una película? El espectador, no tiene ninguna responsabilidad filosófica y puede quedar prendado por una toma fija, por una canción, por el rostro de un actor o por una frase. Pero la obra es algo más que cada una de esas cosas y es más que la presentación conjunta de todas ellas.

Llamemos “imagen” a la representación, en términos visuales, de algo. Puede opinarse, como Kant, que un objeto no es sino la unidad que un sujeto proyecta sobre un conjunto de intuiciones que se le presentan bajo las formas de espacio y tiempo. Podemos decir que lo que entendemos ordinariamente por “objeto”, además, no es más que otra forma de idealizar un acontecimiento. No solemos pensar en la taza de café como algo que “ocurre” o “sucede” delante nuestro (desde el punto de vista kantiano, aún esta clase de objetos son construcciones ideales). Estabilizamos idealmente las cosas que percibimos en nuestro mundo sustrayéndolas al devenir y elevándolas al rango de objetos unitarios, aún cuando podríamos considerarlas, en definitiva, como partes del movimiento universal. Ahora bien, una imagen de la cosa (en una foto, por ejemplo) duplica la idealización. Esta taza de café se convierte en “una taza de café”; sugiere una idea general y sugiere, además, multitud de asociaciones psicológicas particulares (del individuo y de la cultura). La misma abstracción hecha por la cámara al elegir la taza, lejos de llamar la atención sobre el objeto individual, aquí y ahora, excluye el orden del movimiento y hace que la imagen dé algo más que un mero testimonio de existencia.

Esto es, por supuesto, una propiedad de la imagen. La foto podría ciertamente haberse tomado con un propósito testimonial. Pero este es el caso más raro: en la ambivalencia de la imagen, como registro de un instante y como alusión a una idea o a una diversidad de ideas, el sujeto que la percibe, aún cuando tome nota del primer significado, no podrá evitar ser llevado en la otra dirección.

En ese sentido, la representación cinematográfica es más compleja y heterogénea que nuestra experiencia cotidiana, pues puede introducir recursos que aunque no tienen nada que ver con nuestra experiencia, acaban por convertirse en códigos comunes. Por ejemplo, es parte de un lenguaje cinematográfico habitual usar la imagen de velocidad normal como representación del nivel real de la historia y las imágenes detenidas o en cámara lenta como evocación de otros significados: recuerdos, premoniciones, etc. Nuestra conciencia puede parecerse al cine: caminamos por la calle y vemos en "travelling", hacemos planos especiales para ciertas cosas, o se nos ocurre un comentario en off, o evocamos imágenes de otro sitio, o tenemos en la cabeza una melodía, etc. Pero no tenemos cámara lenta, ni rápida, ni pantalla dividida, ni (a menos que padezcamos trastornos neurológicos) distorsiones de la imagen o el sonido. Y sin embargo captamos el significado convencional que se ha dado a estos recursos.


           




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