La Filosofía, además de emplear
la Lógica como herramienta de análisis, del mismo modo que lo hacen otras
disciplinas, tiene con ella una relación especial. La Lógica y las Matemáticas
han tendido a ser consideradas desde antiguo como algo más que productos
mentales; se las ha tenido como formas esenciales de lo real, como principios
estructurales del ser. Las relaciones espaciales de un objeto, por ejemplo sus
medidas, determinan su forma y, por tanto, determinan que sea ese objeto y no
otro. La nota que suena al tocar una cuerda tensa es
la misma que se obtiene al tocar una cuerda exactamente la mitad de corta, con
una octava de diferencia, lo que constituiría un caso claro de realidad determinada por la relación matemática. En autores como Aristóteles o Hegel,
por ejemplo, hay una correlación estrecha entre Lógica y realidad; en el
primero, las diferentes maneras de atribuir predicados a un sujeto son también las categorías del ser (su lugar, su tiempo, su estado, su acción,
etc.); en
el segundo, hay un vínculo real entre el ser y el concepto. Esa tendencia a ver
lo ideal como real convierte a la Lógica, obviamente, en algo más que un instrumento.
La crítica moderna (de hecho, con
precedentes medievales) prestará especial atención a esta relación entre lo
ideal y lo real, poniendo cada vez más en entredicho las tendencias realistas.
Desde Descartes hasta Kant, una filosofía progresivamente más aguda y escéptica irá aclarando la estructura del sujeto en la misma medida en que renunciará a
hacer discursos sobre “lo real”, asumiendo la prelación de lo subjetivo a la
hora de definir el conocimiento. Nuestro conocimiento es, por decirlo así, sólo
una imagen de lo real (y tal vez muy distorsionada).
A principios del s. XX se da una
vuelta de tuerca adicional. Nuestro conocimiento del mundo es una imagen lingüística
de lo real. Si los clásicos modernos pensaban que la tarea previa de la
filosofía era aclarar las condiciones subjetivas del conocimiento (qué y cómo
es el sujeto), los filósofos que darán inicio a la corriente analítica se
concentran en el lenguaje, esto es, en la instancia objetiva del proceso
subjetivo de conocimiento. No podemos estudiar un proceso mental, pero sí
podemos analizar el producto lingüístico resultante de ese proceso mental. Para
algunos de estos filósofos, la esencia de esa “materia” que usamos para representar
lo real o nuestros pensamientos sobre lo real es la Lógica.