Los programas de Filosofía,
aún los elementales, incluyen normalmente un curso de Lógica. Muchos
estudiantes detestan la materia y llegan a hacerse la opinión de que las
filosofías en las que el componente lógico es importante (por ejemplo, la
filosofía analítica) son malas filosofías, filosofías inútiles o filosofías que
no se ocupan de lo importante. Por mi parte, pienso que la Lógica, entendida en
un sentido amplio, es una propedéutica inexcusable no sólo para la Filosofía,
sino para cualquier disciplina que requiera algún desarrollo conceptual, desde
el Derecho hasta la Administración de Empresas. El primer modo en que la Lógica resulta útil es en su aplicación instrumental, esto es, cuando se la emplea para evaluar la calidad de los razonamientos en un discurso. Puede ser ilustrativo ver
algunos ejemplos de fallos lógicos.
El ex presidente del
gobierno de España, Rodríguez Zapatero, dijo una vez refiriéndose a la lucha
antiterrorista: “Estoy convencido de que posiblemente este sea el
principio del fin de ETA”. Enseguida nos llama la atención algo extraño en el comentario. Notamos una clara oposición entre el énfasis del “estar
convencido” y el chirriar de frenos del “posiblemente” y el “principio del fin”.
No es una contradicción perfecta (porque, para empezar, es un galimatías) y,
además, se habla de ‘convicción’, no exactamente de ‘necesidad’ (o sea, de un aspecto subjetivo, no objetivo), lo que facilita
una crítica benevolente. Podemos concebir una proposición como “estoy
convencido de que es posible que haya vida inteligente en otros planetas” y
está claro que no equivale a decir “estoy convencido de que hay vida
inteligente en otros planetas”. Lo extraño en el caso de Zapatero es el énfasis. Nuestro buen político
no se atrevió a decir tanto como lo que prometía el principio de su frase
(“estoy convencido de que este es el fin de ETA”) ni tan poco como lo que se
sugiere al final (“probablemente este sea el fin de ETA”). El resultado es una declaración que dice más acerca del carácter y la competencia lingüística del que la enuncia que acerca del asunto al que se refiere.
Un jefe de policía, ante el
escándalo generado por un informe forense que establece la naturaleza humana de
ciertos restos asociados a un crimen (en contraste con uno anterior que los
declaraba no humanos) precisa: “aquí no hay error, sino contradicción entre dos
informes”. Advirtamos que, a diferencia del ejemplo anterior, esta es una
versión periodística y no es en absoluto extraño que los periodistas transmitan
las palabras de otros mediante paráfrasis que alteran el sentido original de
manera importante, de modo que en este caso no tenemos seguridad sobre la
atribución. Pero lo que nos interesa es el error en la frase. El problema lógico está en que dos proposiciones
contradictorias no pueden ser verdaderas al mismo tiempo, es decir, las
contradicciones (en esquema: P y no-P) son siempre falsas. De modo que si un
informe es correcto, el otro es falso, teniendo en cuenta que su contenido no
es ambiguo (‘los restos son humanos’ y ‘los restos no son humanos’). La frase en cuestión es ella
misma contradictoria pues, si hay contradicción entre los informes (que es lo
que se dice al final) sí hay error
(en contra de lo que se dice al principio).
El artículo enmendado del
diccionario de la RAE sobre la palabra “matrimonio” intenta dar cuenta de los
cambios legislativos que han tenido lugar en muchos países hispanohablantes y
que contemplan la unión matrimonial de personas del mismo sexo. Para ello, se
ha incorporado, a continuación de la acepción (1) “Unión de hombre y mujer,
concertada mediante ciertos ritos o formalidades legales, para establecer y
mantener una comunidad de vida e intereses”,
la acepción (2): “En determinadas legislaciones, unión de dos personas
del mismo sexo, concertada mediante ciertos ritos o formalidades legales, para
establecer y mantener una comunidad de vida e intereses.” En realidad, no hay
ningún país en el que “matrimonio” tenga el significado que se expone en (2), pues en ningún
país la palabra designa exclusivamente
al matrimonio homosexual. Lo que se quiere decir es que en algunas
legislaciones el uso de “matrimonio” incluye también las uniones entre personas
del mismo sexo, habiéndolo podido formular más o menos como: “En determinadas
legislaciones, unión de dos personas con independencia de su sexo, concertada
mediante ciertos ritos o formalidades legales, para establecer y mantener una
comunidad de vida e intereses.”
Estos son tres ejemplos en
los que la lógica sirve para abordar la crítica de un texto o formulación
verbal. Aquí se trata de errores en los que se reconoce con cierta facilidad la
formalidad del problema, pero la lógica del lenguaje suele ser más sutil y más
difícil de evaluar (tarea de la que se ocupa lo que en Teoría de laArgumentación se llama, precisamente, ‘Lógica Informal’). El uso instrumental
de la Lógica, como se dijo, no es cosa sólo de la Filosofía --les hubiera venido bien a los protagonistas de nuestros ejemplos, de hecho. Lo específicamente filosófico
está en la perspectiva que asume la esencia lógica del lenguaje como clave de
cualquier análisis, concepción que discutiremos más adelante.